(Sinópsis de Sociología Industrial de Rafael López Pintor. Tema 1.)
1. La Sociología como ciencia
Sobre el concepto de Sociología hay muchas definiciones y, en principio, cualquiera de ellas válida porque todas se refieren al hombre en sociedad, al grupo, como centro del enfoque sociológico: Ciencia de la sociedad humana y sus diversas colectividades; de los fenómenos sociales; de la dimensión social de lo humano; de los hechos sociales; del comportamiento del hombre en sociedad; de las relaciones sociales, etc.
En palabras de Jiménez Blanco, la Sociología es "ciencia empírica de la organización de los grupos humanos" (J. Blanco, 1976). Entre los distintos saberes y formas de conocer sobre la sociedad, la Sociología no es un saber filosófico (búsqueda de la causalidad ontológica detrás de los fenómenos sociales observables). Tampoco es la Sociología un saber normativo (sobre lo que debe ser, sobre lo bueno y lo malo). La Sociología es ciencia empírica o comprensión racional y objetiva de relaciones observables en el terreno de los hechos.
¿Qué hechos? La organización de los grupos humanos, o, lo que es igual, la forma, estructura y dinámica que adoptan las relaciones entre los hombres (estructuras y dinámicas de cooperación y conflicto, de elaboración y destrucción, de amor y odio).
La Sociología es ciencia porque ajusta su quehacer a las reglas universalmente aceptadas del método científico, a saber: empirismo u observación sistemática de valor intersubjetivo; a partir de un planteamiento teórico o proposiciones lógicas sobre como sea la realidad; con apertura (no hay principio de autoridad como última instancia de la verdad); neutralidad ética en la aplicación del método científico aunque los científicos como personas ni son ni pueden ser moralmente neutrales; y crítica de la realidad, en este caso la realidad social (por una parte, la Sociología es ciencia de la crisis, de los cambios, pues con ellos nace y a su cobijo se mantiene; por otra, toda ciencia desvela aspectos de la realidad aceptada hasta el momento y con ello la hace cuestionable).
La Sociología no es una forma refinada de sentido común ni tampoco el sentido común organizado. Si por sentido común entendemos interpretaciones de los fenómenos (en este caso sociales) comúnmente compartidas o aceptadas.
Un recorrido por los distintos campos de especialización de la sociología lleva inevitablemente a la conclusión de que los principales resultados de la investigación sociológica en el último siglo y medio no sólo no siguen la dirección de la sabiduría comúnmente aceptada, sino que van a contrapelo del sentido común. Estaría fuera de lugar una relación prolija de los hallazgos de la Sociología en sus distintos campos de especialización. Sin embargo, y a modo de ejemplo, conviene mencionar algunas áreas muy significativas del comportamiento social en que los resultados de la investigación social claramente contradicen a las versiones de sentido común o generalmente aceptadas.
Veamos:
El radicalismo político de los jóvenes.
Es de común recibo la hipótesis de demográfica de que los jóvenes, por el hecho de serlo, tienen comportamientos políticos radicales o extremos. Sin embargo, la investigación comparada ofrece resultados no exactamente acordes con esta hipótesis. Y así está bien documentada la mayor apatía política de los jóvenes en lo que a participación electoral se refiere. Por otra parte, el radicalismo político e incluso la orientación ideológica hacia la izquierda o la derecha está más relacionada con experiencias generacionales concretas (lo que sucede en una sociedad en una época dada) que con el hecho de ser joven o viejo.
La pobreza, causa de la revolución. Desde Tocqueville y Marx hasta hoy se ha demostrado, sin embargo, que la revolución no se engendra en situaciones de extrema miseria, sino en una coyuntura de "privación relativa". Esto es, cuando después de disfrutar de una mejora en las condiciones de vida se produce un empeoramiento. 0 lo que es lo mismo, cuando una sociedad ha desarrollado aspiraciones y expectativas de logro, que de pronto siente que no podrán realizarse. Tal frustración generalizada genera una agresión revolucionaria. Al menos éste ha sido el caso de las revoluciones históricas mejor documentadas: la francesa de 1789 y la rusa de 1917.
Las sorpresas electorales. Contra la idea de que de unas elecciones puede salir cualquiera ganador, para la Sociología Electoral el resultado de unos comicios rara vez constituye una sorpresa. La estabilidad del voto está íntimamente relacionada con la estabilidad social y política de la sociedad. Y, en las sociedades industriales políticamente libres, la dirección del voto se encuentra íntimamente asociada con la estructura ocupacional (sector laboral, trabajos manuales o no manuales, más o menos cualificados, etc.) y con el hecho de vivir en la ciudad o en el campo. Se puede incluso afirmar que no sólo la explicación, sino la predictibilidad del comportamiento en este área de la Sociología está más avanzada que en ciertos ámbitos de las Ciencias Físicas, como, por ejemplo la Meteorología.
Las causas del suicidio. Qué idea más común que la del suicidio como salida desesperada de un revés de fortuna o una tragedia amorosa. Sin embargo, desde el clásico estudio de Emile Durkheini sabemos que hay varios tipos de suicidio y en uno de ellos (el suicidio anómico) encajarían las situaciones del revés amoroso o económico. Se trata de un tipo de suicidio porque se ha producido un enorme vacío social en tomo al individuo. Este ha quedado desarropado en el grupo, sin norte ni justificación social. Hay, además, otros dos tipos de suicidio. El que Durkheim denominó altruista, esto es, el suicidio "heroico" o de autoinmolación por causas de proyección colectiva (el bonzo que se prende fuego, el conductor de un coche bomba, el activista que se deja morir en huelga de hambre, etc.). También se da un suicidio egoísta o calculado en frío por las más diversas causas (la vejez, una enfermedad, la anticipación de una muerte segura, antes de ser detenido en determinadas circunstancias, etc.).
El divorcio y el hedonismo. Se suele atribuir con frecuencia la presencia del divorcio a un espíritu hedonista o incluso de depravación moral. Sin embargo, encontramos que allí donde la legislación permite el divorcio la frecuencia con que éste ocurre se mantiene muy estable durante épocas en que no hay grandes desajustes sociales (por ejemplo, en USA durante décadas la tasa de divorcios ha sido baja y constante, pero no así a partir de los años 60 de este siglo). Por el contrario, la frecuencia del divorcio aumenta en épocas de rápidos cambios. Se da también una alta frecuencia de repetición del divorcio por una misma persona con los costes económicos y psicológicos que esto entraña.
Así es que los desajustes sociales e individuales, muchas veces inseparables, condicionan más el divorcio que la búsqueda de un placer fácil o gratuito.
La huelga en épocas de crisis económica. Los conflictos laborales y las huelgas son mucho más frecuentes en períodos de prosperidad económica que en épocas de crisis. La estadística de más de siglo y medio de civilización industrial en Occidente es incontestable. Las razones de la menor combatividad laboral en tiempos de recesión son diversas y no entraremos ahora en ellas. Pero el hecho es así y desde luego no se ajusta a la versión vulgar del fenómeno.
Hay otras muchas zonas de la realidad social, prácticamente todas ellas, donde la investigación científicosocial concluye en términos no acordes e incluso a contrapelo de la sabiduría de sentido común. Aparte de los ejemplos mencionados, habría que aludir a la relevancia de la estructura de las organizaciones sobre el comportamiento de quienes las integran y, en general, de la estructura de los grupos sobre el comportamiento de los individuos (los conflictos entre los directivos y los técnicos; la cohesión y el conflicto en los grupos pequeños; los comportamientos de movilización masiva; el liderazgo individual como un fenómeno de grupo o relacional). También una brevísima mención de los fenómenos de transmisión de valores (cultura y educación, donde con frecuencia y erróneamente se suele dar más importancia a las relaciones de poder jerárquico con padres, profesores e instituciones que de simetría o del grupo de iguales). ¿Y qué decir de la interpretación social de los fenómenos demográficos: la natalidad y mortalidad, la morbilidad, las migraciones, el emparejamiento y la crianza de los hijos, etc.? Sin remontarnos al fenómeno religioso.
No se quiere con esto decir que la sociedad no sabe casi nada de sí misma, sino que lo que sabe se alimenta más en la ideología, el prejuicio y las interpretaciones individuales voluntaristas que en el conocimiento sistemático y contrastado de los saberes científicos. Tales saberes, son incompletos y parciales, pero sería deseable que desplazaran cada vez más a otras formas de conocimiento menos útiles y más peligrosas para el ser humano. Con la conciencia y la modestia de que, como dice Ayala, "la ciencia es sólo una parte del saber; es aquel saber que se adquiere dentro de unos presupuestos metódicos en cuya firmeza encuentra su criterio de certidumbre".
La Sociología es un producto intelectual de la gran crisis social desencadenada a fines de XVIII con la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Una crisis social, siguiendo a Ayala, es "una situación de discordancia entre el ritmo del acontecer histórico y el ritmo vitalnatural de la especie humana, determinada por el orden de equilibrios sociales que eventualmente prevalece".
Este desajuste entre el ritmo biológico y el ritmo civilizatorio lo expresa también claramente Norbert Elias al señalar que "La estructura de las sociedades constituidas por los seres vivos no humanos sólo cambia cuando cambia la estructura biológica de esos seres. Los animales de la misma especie forman siempre, con muy pocas variantes locales, sociedades del mismo tipo... Por su parte, las sociedades humanas pueden cambiar sin que se altere la constitución biológica del hombre, sin que cambie la especie. No existe ni el más mínimo motivo para suponer que la transformación de las sociedades preindustriales europeas en sociedades industriales se debió a un cambio de la especie humana, de la estructura biológica del hombre... Este es un ejemplo contundente de la autonomía relativa del ámbito objeto de la Sociología frente al de la biología... Por naturaleza, esto es, debido a la constitución hereditaria del organismo humano, la conducta humana está organizada de tal manera que los impulsos innatos la determinan en menor medida que los impulsos debidos a la experiencia individual y al aprendizaje".
La Sociología es el esfuerzo para "conocer la realidad en sus estructuras esenciales" y encontrar vinculaciones profundas entre los hechos sociales "que suelen permanecer ocultos a la mirada humana en épocas normales". Los desajustes provocados por la crisis son los que permiten observar "articulaciones sociales" que de otra manera pasarían inadvertidas.
Para Ayala, el rasgo típico que distingue a esta crisis social de todas las anteriores crisis históricas es "el de ser la crisis de un mundo que, orientado hacia la expansión política, ha alcanzado el límite natural de esa expansión por la conquista del Planeta, cayendo así en contradicción forzosa con los principios que lo venían animando en cuanto al mundo políticamente organizado para la conquista. Toda la teoría y la práctica liberal del Estado, el desarrollo del Derecho Internacional, la distinción entre la economía y la política y la contraposición misma de Estado y Sociedad, son otras tantas expresiones de una situación en que las fuerzas políticas civilizadoras, habiendo logrado dominar el globo terráqueo, tropiezan las unas con las otras en choques inevitablemente destructores, y en que el mundo, completado, homogeneizado y, por así decirlo, redondeado, clama por una organización que ya no puede ser organización de poder orientada hacia la expansión, como es la organización estatal... Vista desde este ángulo, la crisis actual consiste en la alternativa entre organización integral del mundo o convulsiones aniquiladoras". Buena muestra de ello habrían sido las dos guerras mundiales, cuando una nueva potencia, Alemania, encuentra ya agotadas las posibilidades de expansión colonial y entra en conflicto con sus inmediatas potencias vecinas desencadenándose una guerra general de hegemonía.
En estas circunstancias de la "gran transformación" de Occidente aparece la Sociología como un esfuerzo de comprensión de la crisis y también como una esperanza de que el hombre pueda desarrollar la capacidad de entender y conducir racionalmente los procesos sociales que él mismo pone en marcha. No basta, como señala Norbert Elias, la interpretación libre o el voluntarismo individualista. Y desde luego son perniciosos los efectos de las interpretaciones sociales basadas en fantasías (de lo que también la Alemania nazi constituyó un claro ejemplo y, en menor escala, pueden verse todos los días los chivos espiatorios, la razón de Estado y tantas otras irracionalidades).
Los siglos XIX y XX han sido turbulentos. Se han producido enormes transformaciones que con Elias podemos resumir así: "Reducción de los diferenciales de poder entre gobernantes y gobernados (la transformación de sociedades oligárquicamente gobernadas por privilegiados hereditarios en sociedades gobernadas por los representantes destituibles de los partidos de masas); la reducción de los diferenciales de poder entre las distintas capas sociales; la transformación de todas las relaciones sociales en el sentido de una medida superior de dependencias y controles recíprocos y multipolares (las cadenas de interdependencia se diferencian y se prolongan, lo que hace que resulten, por consiguiente, menos transparentes y susceptibles de control por cada individuo y para cada grupo en particular); ciencias sociales e ideales sociales como instrumentos de orientación en agrupamientos sociales relativamente poco transparentes cuando aumenta la conciencia de la opacidad ". Resulta alentador pensar que en un período tan turbulento los hombres hayan organizado sus conflictos no tanto en nombre de personas determinadas como de principios impersonales (la autoridad y el orden tradicionales, el libre mercado, el socialismo, etc.) y también que hayan empezado a verse a sí mismos en términos de sociedad, bien diferentes de los del pasado. Sin embargo, "Por lo que hace a la convivencia social, los hombres están aún en gran medida, en cuanto al pensamiento y a la acción, en el mismo nivel de desarrollo representado por el pensamiento y la conducta de los hombres medievales frente a la peste. En estos terrenos las personas se encuentran todavía hoy expuestas a inquietudes y motivos de depresión que les son inexplicables; y dado que no pueden vivir sus desgracias sin una explicación, las explicaciones vienen dictadas por la fantasía". Resulta difícil no seguir el razonamiento profundo y claro de Norbert Elias sobre este punto y en sus propias palabras: "La fijación engañosa de las ideas en fenómenos conocidos y tangibles como las bombas atómicas y las máquinas o, en sentido más amplio, en la ciencia natural o la tecnología y el oscurecimiento de las causas efectivas, sociales, del miedo o el malestar que se siente, son altamente sintomáticos de una de las estructuras básicas de la época contemporánea. Se trata de la discrepancia existente entre la capacidad relativamente alta para dominar en forma adecuada o realista problemas del acontecer natural extrahumano y, en cambio, la capacidad relativamente escasa para acceder a los problemas de la convivencia humanosocial, para dominarlos con análoga regularidad".
Los avances más notables en la capacidad social de autocomprensión y autocontrol se producen a partir del Renacimiento: "Hizo falta mucho tiempo, se necesitó el esfuerzo acumulativo y muy penoso de muchas generaciones antes de que los hombres estuviesen en condiciones de concebir la difícil idea de que los modelos de pensamiento desarrollados por ellos en relación con sus propias intenciones, planes, acciones y finalidades no siempre eran adecuados como medio de conocimiento y como instrumento para la manipulación de conjuntos interrelacionados de acontecimientos ".
Mucho trabajo costó al ser humano, convencerse de que los procesos físicos o naturales tienen su propia autonomía, sus reglas propias que han de ser descubiertas si se quiere tener algún control sobre ellos. Lo mismo sucede con los hechos y procesos sociales, pero la idea repugna a mucha gente: "Es terrible pensar que las personas configuran entre sí contextos funcionales en los que se mueven en gran parte a ciegas, inermes, sin objetivo... Postular la idea de un ámbito de relaciones sociales como relativamente autónomo, como un contexto funcional en parte autorregulado, no dirigido por ninguna intencionalidad ni finalidad, no tendente a ninguno de los ideales existentes, supone también, en principio, una pérdida de sentido. Lo único que sucede es que también en este caso los hombres sólo pueden esperar adueñarse de estas conexiones funcionales sin sentido y sin finalidad de la sociedad y darles un sentido si son capaces de explicarlas y estudiarlas sistemáticamente en su calidad de ámbito dotado de autonomía relativa y de su propia especificidad. Aquí está, por tanto, el núcleo del tránsito a un pensamiento científico sobre las sociedades"
En estas dificultades de legitimación y arraigo se debate la Sociología y prácticamente toda la Ciencia Social, incluida por supuesto la Economía y las Ciencias Empresariales y Comerciales.
El ámbito de la Sociología Industrial y de la Empresa
Entrar en la discusión del contenido ideal de la Sociología Industrial como subdisciplina académica parece una tarea intelectualmente estéril, en cierto modo metafísica y, cuando menos, bizantina y poco relevante. Más fructífero, sin embargo, puede ser centrarse en la identificación de las líneas principales de desarrollo teórico e investigación empírica desde las que se han abordado los fenómenos sociales relacionados con la industria y que no han llegado a constituirse en el objeto acotado de otras sociologías especiales netamente diferenciables y que también abordan problemas de la sociedad industrial (v. gr. estratificación y movilidad social, sociología urbana, sociología de la economía, etc.). Se trata, en definitiva, de una posición pragmática que busca identificar el objeto de la Sociología Industrial en términos de lo que los sociólogos llamados industriales hacen y que, actualmente, está más allá de una sociología estrictamente limitada al análisis de la organización empresarial y no llega a ser plenamente una sociología de la sociedad industrial; lo que prácticamente equivaldría a una sociología omnicomprensiva de todos los fenómenos sociales ya que los sociólogos no sólo son, en su mayoría, un producto de la sociedad industrial, sino que, en general, trabajan en el seno de sociedades industriales dedicando su atención a la problemática propia de las mismas.
En general, el desarrollo de la Sociología Industrial, hay que buscarlo en las tendencias derivadas del empirismo de principios de siglo, en la confluencia de la primera Sociología Industrial con la Sociología de las Organizaciones y en la persistencia de los temas clásicos del Industrialismo. Como ha señalado Castillo, el verdadero origen de la subdisciplina, está, por una parte, en los experimentos de Hawthorne, y, por otra, en la tradición sociológica europea; centrada en la problemática de las relaciones entre la industria y la estructura económica, social y política de la sociedad.
Como apunta Aron, cuando se desarrollan los métodos cuantitativos, la Sociología se hace analítica y empírica y aparecen las especialidades.