Covarrubias
(1611)
E
ntre otras muchas cosas con que el hombre,
animal ra-
cional, se diferencia de los demás, que carecen de razón,
es ser
sociable, calidad propia suya. Y quando Dios crió
a nuestro primer padre, aunque le puso en el Paraíso
tan rico y
enjoyado con dotes de naturaleza y gracia,
díxo: Non est bonum hominem esse' solum, faciamus et
adiutorium
simili
sibi; y embiando en Adán un
sueño, sacóle una costilla
del costado,
y formó della a Eva. Desde aquel punto que el Señor se
la puso
delante, empeçó a regalarse con su muger, diziéndole aquel mis-
teriosíssimo
requiebro: Hoc nunc os de ossibus meis, et caro de
carne mea.
De modo que la comunicación de entre los dos de allí adelante,
fue mediante
el lenguage, no adquirido ni inventado por ellos, sino
infundido del
Señor, y con tanta propiedad, que los nombres que Adán
puso a los
animales terrestres y a las aves, fueron los propios que les
competían;
porque conociendo sus calidades y propiedades, les dio a
cada uno el
que essencialmente le convenía. Que si hasta agora du-
rara la
noticia destas etimologías, no teníamos para qué cansarnos en
buscar otras;
pero después del diluvio, con la confusión de len-
guas, se
olvidó aquélla, quedando en sola una familia, que Dios re-
servó de las
demás, para usar de misericordia con el linage humano,
haziéndose
hombre, descendiente de Abrahán, Isaac y Jacob, los qua-
les se
llamaron hebreos y su lengua hebrea. En ésta habló Dios a
Moysés y le
escrivió las Tablas de !a Ley, y en ésta escrivió el mesmo
Moysés los
libros del Pentateucon, y en ella vaticinaron los Profetas;
pero quando
el Hijo de Dios encarnó, ya estava mezclada con la sy-
ríaca y
caldea. Lo mesmo con el tiempo pudo acontecer en las demás;
y assí ay poca claridad quál fuesse la lengua primera y pura que se
habló en España.
La que agora
tenemos está mezclada de muchas, y el dar origen
a todos sus
vocablos, sería impossible. Yo haré lo que pudiere, si-
guiendo la orden que se ha tenido en las demás lenguas, y por confor-
marme con los
que han hecho diccionarios copiosos y llamádolos Te-
soros, me atrevo
a usar deste término por título de mi obra; pero los
que andan a buscar tesoros encantados, suelen dezir fabulosamente
que hallada
la entrada de la cueva do sospechan estar, les salen al en-
cuentro
diversidad de monstruos fantásticos, a fin de les poner miedo y
espanto para hazerlos bolver atrás, amenazándolos un fiero jayán
con una desaforada maça, un dragón que echa llamas de fuego por ojos
y boca, un león rabioso que, con sus uñas y dientes, haze ademán de
despedazarlos; pero venciendo con su buen ánimo y con sus conjuros,
todas estas fantasmas llegan a la puerta del aposento, donde hallan
la mora encantada en su trono, sentada en una real silla y cercada de
grandes joyas y mucha riqueza, la qual, si tiene por bien de les dexar
sacar el tesoro, van con recelo y miedo de que en saliendo a fuera, se
les ha de convertir en carbones. Yo he buscado con toda diligencia este
tesoro de la lengua castellana y lidiado con diferentes fieras, que
para
mí y para los que saben poco, tales se pueden llamar las lenguas es-
trangeras: latina, griega, hebrea y arábiga y con las demás vulgares,
la francesa y la toscana, sin la que llaman castellana antigua, com-
puesta de una mezcla de las que introduxeron las naciones que
principio vinieron a poblar a España. La primera, la de Túbal, y des-
pués désta, otras muchas, de algunas de las quales haze mención Pli-
nio, li. 3, c. I; conviene a saber: los hebreos, los persas, los
fenices, los
celtas, los penos, los cartaginenses.
Y queriendo publicar este Tesoro y sacarle a luz, temo que las
lenguas de los maldizientes y mal contentadizos me le han de bolver
en carbones, pero estos mesmos, en manos de los sabios y bien inten-
cionados, con el soplo de sus ingenios y rectos juyzíos, han de
encender
en ellos un amoroso fuego y convertirlos en radiantes carbuncos y
hermosos rubíes, según lo que a otro propósito dixo el poeta Angeríano:
Quid tunc? carbones sunt quoque nigri,
Sed flamma tacti, ceu rosa verna, rubent.
La diversidad de los orígenes me ha torçado a no poder dexar
igual la letura desta obra, en forma que todos gozassen enteramente
delta, por aver de acudir a sus fuentes y usar de sus propios caracte-
res en la lengua griega y la hebrea; pero yo los declaro lo mejor que
puedo y me ciño a no poner más que el tema; cada uno tomará lo
que pudiere, según su capacidad.
Al romancista le queda mucho de que pueda gozar, creyendo lo
demás, in fide parentum, y el que supiere latín descubrirá más
campo;
y los que tuvieren alguna noticia de la lengua griega y hebrea, juz-
garán desta obra con más fundamento. En la lengua arábiga casi to-
dos somos iguales, fuera de algunos pocos que la saben; y assí hemos
de dar crédito a los peritos en ella. Yo he consultado a Diego de
Urrea, intérprete del Rey nuestro señor, y visto algunos escritos del
padre Guadix: de ambos me he aprovechado, y de algunos otros que
cito en diversos lugares. Heme valido de la lengua hebrea, para con-.
firmar lo que los susodichos me interpretan de la arábiga.
Y presupuesto que los más vocablos castellanos son corrompidos
de la lengua latina, hase de advertir que muy de ordinario se mudan
las letras, trocándose unas por otras; y las más ordinarias son las
nueve consonantes, que llaman mutas, divididas en tres classes: te-
nues, medías y aspiratas. También se mudan las demás, y unas vo-
cales en otras, y esto todo está advertido por algunos autores modernos
que han reduzido nuestra lengua a método, haziendo arte de gramá-
tica española. No se deve nadie escandalizar de que las dicciones deste
mi libro se escrivan como suenan, sin guardar la propia ortografía,
pues esto se emienda luego inmediatamente en el mismo discurso; pongo
por exemplo, "Philipo": no se ha de buscar en la letra PH
sino en
la F; "Gerónimo" en la G y no en la H; "tema" en la
T y no en la TH,
et sic de caeteris. Por satisfazer a todos, siendo deudores a los
sabios
y a los que no lo son, en el discurso de algunas etymologías, no sólo
se
traen las legítimas y verdaderas, pero a vezes las vulgares introdu-
zidas por los idiotas. Los vocablos que no se hallaren en la letra Z
bús-
quense en la C, y muchas de la F en la H, y al contrario; como
"fidal-
go", hidalgo. La letra V se divide en la vocal y en consonante. Lo
de-
más se advierte en cada dicción. Yo pido con toda humildad y recono-
cimiento de mi poco saber, que todo aquello que yo errare, se me
emiende con caridad y se me advierta para otra impressión.