OBRA: Gramática de la Lengua Castellana (Prólogo), RAE

FUENTE: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

SEÑOR.

Todas las naciones deben estimar su lengua nativa, pero mucho mas aquellas que

abrazando gran número de individuos gozan de un lenguaje común, que los une en amistad y

en interés.

Ninguna, Señor, podrá contarse en esta clase con mejor título que la nuestra, pues á todos

los vastos dominios, y casi innumerables vasallos de V. M. es común la lengua castellana; y ya

que la ha llevado con su valor á los últimos términos del orbe, debe ponerla con su estudio en

el alto punto de perfección á que puede llegar.

Toca esta heroyca empresa á nuestros oradores, á nuestros poetas, á nuestros

historiadores, y á otros sublimes ingenios que con su sabiduría, y elegancia aspiren á

inmortalizar sus obras y sus nombres.

La Academia solo pretende en esta Gramática instruir á nuestra Juventud en los principios

de su lengua, para que habléndola con propiedad y corrección, se prepare á usarla con

dignidad y eloqüencia; y se promete del amor de V. M. á su lengua y á sus vasallos, que

aceptará benignamente esta pequeña obra.

SEÑOR.

La Academia Española.

 

Licencia

Don Francisco Antonio de Angulo, del Consejo de S. M. su Secretario, Oficial mayor de la

Secretaría del Real Patronato, Académico del número, y Secretario de la Real Academia

Española: certifico que en papel del Excelentísimo Señor Marques de Grimaldi, del Consejo de

Estado de S. M. y su primer Secretario del Despacho, se comunicó por mi mano á la expresada

Real Academia la resolución siguiente: Aplaudiendo el Rey el zelo con que la Real Academia

Española, sin descaecer en la asidua corrección y aumento de su Diccionario, ha dedicado sus

desvelos á la formación de una Gramática de la lengua castellana, se ha dignado de

concederla el permiso que en su nombre solicita V. S. con fecha de siete del corriente para dár

á luz aquella obra. El beneficio que en ello logrará el público, y el justo elogio que resultará á

la Academia de subministrarle un tratado de tal importancia, aumentan la complacencia con

que participo á V. S. esta nueva demostración del singular aprecio que merecen á S. M. tan

útiles tareas, y de su constante deseo de fomentarlas. Así podrá V. S. hacerlo presente á la

Academia, y yo ruego á Dios guarde á V. S. muchos años como deseo. Palacio á diez y siete de

Diciembre de mil setecientos y setenta. = El Marques de Grimaldi. = Señor Don Francisco

Antonio de Angulo. Y esta Real resolución queda original en los papeles de la Secretaría de la

Academia que están á mi cargo, á que me refiero. Madrid siete de Enero de mil setecientos

setenta y uno.

D. Francisco Antonio de Ángulo.

 

Prólogo

Pocos habrá que nieguen la utilidad de la Gramática si se considera como medio para

aprender alguna lengua estraña; pero muchos dudarán que sea necesaria para la propia,

pareciéndoles que basta el uso.

No lo pensaban así los Griegos ni los Romanos, pues sin embargo de que para ellos eran tan

comunes la lengua griega y latina como para nosotros la castellana, tenian Gramáticas, y

escuelas para estudiarlas.

Conocian la utilidad y necesidad del uso; pero conocian tambien que convenia

perfeccionarle con el arte.

Lo mismo debemos nosotros pensar de nuestra lengua, en la qual hallamos que observar

cada dia cosas nuevas por medio de la Gramática. Si algunas veces vemos comprobada con

principios y fundamentos la práctica que teníamos por mera costumbre: otras vemos corregidos

muchos defectos que no conocíamos. Ella nos hace ver el maravilloso artificio de la lengua,

enseñándonos de qué partes consta, sus nombres, definiciones, y oficios, y como se juntan y

enlazan para formar el texido de la oracion.

Sobre ninguna de estas cosas se hace reflexîon antes de entender el arte, y así es difícil que

sin él hablemos con propiedad, exâctitud, y pureza.

Seria, pues, conveniente que los padres ó maestros instruyesen con tiempo á los niños en la

Gramática de su lengua. Los que no hubiesen de seguir la carrera de las letras se ilustrarían á lo

menos en esta parte de ellas, y hallarian en el exercicio de sus empleos, en el gobierno de sus

haciendas, y en el trato civil, las ventajas que tienen sobre otros los que se explican

correctamente de palabra y por escrito.

Los que hubiesen de emprender carrera literaria necesitan saber la lengua latina y lo

conseguirian con mayor facilidad llevando ya sabidos por su Gramática propia los principios

que son comunes á todas las lenguas.

No hay edad, estado, ni profesión alguna en que no sea conveniente la Gramática.

Quintiliano— dice que es necesaria á los niños, agradable á los viejos, dulce compañera en la

soledad, y entre todos los estudios el que tiene mas trabajo que lucimiento.

Oxalá que como es fácil probar la utilidad de la Gramática lo fuese su composicion! pero la

experiencia hace ver lo contrario, y aun sin ella se puede inferir la dificultad que tiene por la

multitud de opiniones y de disputas que reynan entre los Gramáticos. Ni los antiguos ni los

modernos han podido ponerse de acuerdo en muchos puntos principales de ella, ni en el método

de escribirla.

Conociendo esta dificultad, se ha valido la Academia para componer esta Gramática de las

que han publicado otros autores propios y estraños: de un considerable número de disertaciones

que han compuesto sus individuos: del copioso caudal que encierra el Diccionario; y de los

demas medios que le ha dictado su deseo de servir al Público.

Ha tenido presente, entre otras, la Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrixa,

(el primero que abrió entre nosotros este camino) dedicada á la Reyna Católica, é impresa en

Salamanca el año de 1492 en un tomo en 4.°

La que Bartolomé Ximenez Patón imprimió en Baeza en un tomo en 8.° el año de 1614 con

título de Instituciones de la Gramática española, al fin de su Ortografía latina y castellana.

Y la de Gonzalo Correas impresa en Salamanca en un tomo en 8.° el año de 1627 con título

de Gramática de las tres lenguas castellana, latina y griega.

Hay entre estos tres autores la misma variedad de opiniones que se observa en otros en

quanto al número de las partes de la oración. Nebrixa establece diez: Paton cinco: Correas tres.

      El ultimo pretende que estas tres partes son nombre, verbo, y partícula. Con el nombre pone

el artículo y el pronombre: con el verbo, el participio; y baxo el nombre genérico de partícula

comprehende la preposición, el adverbio, la conjunción, y la interjección.

La Academia que tiene por verdaderas partes de la oracion las palabras que Correas agrega

al nombre y al verbo, y las que comprehende en la partícula, entiende que las partes de la

oración son nueve; y así quando alguna vez usa de la voz partícula no intenta designar una

parte determinada de la oracion, sino una voz, comun que conviene á todas las palabras que no

son nombre pronombre, artículo, verbo ni participio.

La conjugación de los verbos regulares suele ser molesta en las Gramáticas por el método

en que se dispone. En esta se ha reducido á pocas hojas, procurando que la brevedad no solo no

perjudique á la instrucción sino que la facilite.

        Nuestra lengua abunda de verbos irregulares, que aunque la hacen mas agradable y

harmoniosa por la variedad que permiten, tambien la hacen mas difícil por lo que se apartan de

los comunes en la conjugacion.

        Para allanar en lo posible esta dificultad se han puesto despues de los exemplos de los

regulares todos los verbos irregulares, y los tiempos y personas en que lo son: de suerte que

solo con buscar por el índice la página en que esté el verbo irregular en cuya conjugación haya

duda, se podrá salir facilmente de ella.

        Otro punto difícil de nuestra Gramática, y en que consiste la parte principal de la sintáxîs es

saber qué preposiciones piden despues de sí algunos verbos y otras partes de la oracion.

        A esta dificultad se ocurre con una lista alfabética ordenada en tres columnas. En la primera

se ponen los verbos y palabras que rigen preposicion: en la segunda las preposiciones regidas;

y en la tercera las palabras regidas de las preposiciones: con lo qual apenas habrá duda alguna

sobre el régimen, de que no se pueda salir á primera vista.

De estos y otros arbitrios ha usado la Academia en varias partes de la Gramática para

facilitar á todos su estudio; pero ha escusado entrar en un prolixo exâmen de las varias

opiniones de los gramáticos, prefiriendo á esta erudicion la brevedad y la claridad, pues se trata

de ilustrar y enseñar, no de ofuscar ni confundir á la Juventud.

Con este mismo objeto ha parecido que no será fuera de propósito dar aquí brevemente

alguna noticia de nuestra lengua por ser la materia de esta Gramática.

La lengua castellana consta de palabras fenicias, griegas, góticas, árabes, y de otras lenguas

de los que por dominacion ó por comercio habitaron ó freqüentaron estas partes; pero

principalmente abunda de palabras latinas enteras ó alteradas.

Los Romanos estuvieron en España 600 años á lo menos, aunque no se cuenten sino desde

el de 216 ántes de Christo en que vinieron la primera vez con exército—, hasta el 416 después

de Christo en que fue la entrada de los Godos; y si esta cuenta se hace hasta el año 623 de

Christo en que los Romanos acabaron de perder lo que tenian en España—, saldrá que

estuvieron mas de 800 años.

En este tiempo introduxeron aquí su lengua vulgar que era la latina, como lo hicieron en

todas las demas provincias que conquistaron—.

Con la decadencia del imperio romano y venida de los Godos se fue adulterando la lengua

latina ó romana, porque como los vencidos necesitaban acomodarse á la lengua de los

vencedores, y estos deseaban y procuraban aprender la de los vencidos, contribuyeron unos y

otros á estragar la lengua latina.—

Los Godos hallaron dificultad en la declinacion de los nombres latinos, y la dexaron

enteramente, supliendo los casos con preposiciones. En los verbos siguieron en parte las

conjugaciones latinas, pero dexaron del todo la voz pasiva, y usaron para suplirla de los

participios pasivos con el verbo sustantivo ser—.

Esta lengua latina así adulterada se empezó á llamar romance por su derivación de la romana

ó latina, para distinguirla de la gótica.

Con la irrupcion de los Arabes el año de 714 padeció tambien alteración el romance; pero

como los Españoles empezaron desde luego á sacudir el nuevo yugo, á proporcion de las

ventajas que iban consiguiendo, iba tambien nuestra lengua cobrando fuerzas y cultura.

El Rey D. Alonso el Sabio— mandó que cesase el uso de escribir en latin los privilegios,

donaciones reales, y escrituras públicas. Entre varias obras que compuso ó hizo componer en

romance, merece singular aprecio y elogio la de las LEYES DE LAS PARTIDAS— en la qual

ostentó nuestra lengua vulgar toda la riqueza y magestad que habia adquirido hasta entonces, y

en que llevó grandes ventajas, no solo á otras obras anteriores y contemporaneas, sino aun á

muchas posteriores.

Siguieron su exemplo Don Juan Manuel hijo del Infante Don Manuel; y el Rey Don Alonso

el XI. El primero compuso el libro del Conde Lucanor, el segundo el de Montería: ambos

dignamente estimados.

Escribiéronse tambien en romance las Crónicas del Santo Rey Don Fernando: de Don

Alonso el Sabio: de Don Sancho el IV: de Don Fernando el IV; y de Don Alonso el XI.

Pedro Lopez de Ayala, ya con estilo mas adornado escribió las Crónicas del Rey Don Pedro:

de Don Enrique II, y de Don Juan el I. Alvar Garcia de Santa Maria, y Fernan Perez de

Guzman compusieron la de Don Juan el II. Juan de Mena la obra de las Trescientas, y la

Coronación. El Bachiller Fernan Gomez de Ciudad Real el Centon epistolario, que contiene

unas admirables cartas sobre los principales sucesos del reynado de Don Juan el II. Don Alonso

Tostado Obispo de Avila publicó varias obras en castellano. Hernando del Pulgar su célebre

Crónica de los Reyes Católicos. Y algo mas adelante el Doctor Francisco de Villalobos en sus

Problemas y otros tratados que compuso en romance, dió á conocer la gracia y primor de que

nuestra lengua es capaz.

La publicación de estas y otras obras semejantes, y la particular atencion con que se

dedicaron á cultivar nuestra lengua muchos escritores insignes que han florecido desde el

reynado de los Reyes Católicos, la fueron puliendo y perfeccionando hasta ponerla en el estado

en que hoy se halla.