Racionalidad, Paradigmas y Aprendizaje: un camino hacia la complejidad organizacional desde las necesidades humanas. 

Rationality, Paradigms and Learning: a way to the organizational complexity from human needs.

Revista: Encuentros en Psicología Social.

Monográfico: La Complejidad en la Psicología Social y de las Organizaciones. Aljibe, Málaga. 2005. ISSN: 1697-0489.

 

Antonio Grandío Botella.

Departamento de Administración de Empresas y Marketing.

Área de Organización de Empresas.

Universitat Jaume I (Castellón).

Mail: agrandio@emp.uji.es. Web: www.antoniograndio.com.

 

               Resumen.

               Se pretende esbozar una propuesta teórica que articule evolutivamente la emergencia del paradigma de la complejidad con el resto de los principales paradigmas contemporáneos en Ciencias Sociales, así como explicar los paradigmas más antiguos como casos particulares de él. La idea esencial es que todo paradigma (Kuhn, 1960) responde a unas determinadas necesidades humanas (entendidas éstas de un modo jerárquico, tal cómo Maslow las concibió). En términos de las disciplinas del Caos y de la Complejidad, estas necesidades podrían concebirse como atractores, alrededor de los cuales se configurarían los paradigmas históricos y contemporáneos en Ciencias Sociales. Cada necesidad genera así una clase de racionalidad distinta, la cual, a su vez, tiene su correlato en un paradigma y en un tipo de aprendizaje determinado. Se citan siete niveles de racionalidad, descritos como las siete H's: hipnótica, hipócrita, homogénea, hegemónica, hermenéutica, heurística y hermética, con sus siete paradigmas correspondientes: familiar, normativo, social, económico, informativo, sistémico y complejo, y sus también siete tipos de aprendizaje: condicionado, operacional, imitativo, estratégico, representacional, consciente y revelador.

Palabras clave: complejidad, necesidades humanas, racionalidad aprendizaje.

 

               Abstract.

               It is aimed to sketching a theoretical proposal that evolutionarily articulate the complexity paradigm with the rest of the main contemporary paradigms in Social Sciences, as well as explaining older paradigms as particular cases of it. The essential idea is that all paradigms (Kuhn, 1960) respond to some certain human needs (understanding these in a hierarchical way as Maslow conceived them). In terms of the Chaos and Complexity disciplines, these needs could be conceived as atractors, around which the historical and contemporary paradigms would to be configured in Social Sciences. So, each necessity generates a different kind of rationality which, at the same time, correlates itself to both a determinate paradigm and a kind of learning. Seven levels of rationality are cited and described as the 7 H's: hypnotic, hypocrite, homogeneous, hegemonical, hermeneutical, heuristical and hermetical, with their seven paradigms: familiar, normative, social, economic, informative, systemic and complex, and also their seven learning levels: conditioned, operational, imitative, strategic, representational, aware and realizing.

Key words: complexity, human needs, rationality, learning.

 

1.- Complejidad y Nuevos Paradigmas en la Ciencia.

 

               Las aportaciones a una eventual ciencia de la complejidad vienen de muchísimos ámbitos disciplinares. Sin embargo, nos centraremos en aquellas que parecen ser más relevantes para los propósitos de este trabajo. Por un lado existen físicos, como D. Bohm (1980, 1988), F. Capra, D. Peat (1987) (este último resucitando las clásicas teorías de K. Jung, -1950-) y el premio Nobel I. Prigogine. Por otro biólogos, como R. Sheldrake (1985). Y también hallamos al psicólogo y neurofisiólogo K. Pribram (1971) y al psicólogo de la conciencia K. Wilber (1977, 1982). Algunos más son citados en la Tabla 1, aunque su número va creciendo exponencialmente en los últimos años. En general, han generado múltiples aportaciones que podrían sintetizarse en lo que parece ser una nueva visión de la Ciencia, un paradigma radicalmente original que involucra a muchas ciencias en común y que, además de complejo, ha venido a denominarse de otros modos. Por ejemplo "El Paradigma Holográfico", "Las Ciencias de Espejo" o "La Naciente Ciencia de la Totalidad". Tal paradigma, no obstante, se está extendiendo rápidamente hacia campos más cercanos como la Sociología, la Psicología Social y de las Organizaciones, la Teoría de la Organización y la Economía.


Tabla 1: Algunas aportaciones al Paradigma de la Complejidad (ampliación sobre Grandío, A. 1996a).

TÓPICO

TEMA CLAVE

AUTOR(ES)

METÁFORA

Sincronicidad

Causalidad/Tiempo

Sincronicidad

David Peat desde Carl G. Jung

Dos Cámaras y el Pez

Órdenes Implícitos

y Explícitos

Estadística/Causalidad

Variables Ocultas No Locales

Holomovimiento

David Bohm       Jacobo Grinberg Zylberbaum

Paradoja E.R.P. (Einstein, Rosen y Podolsky)

Cerebro Holográfico

No Localidad de la Información: el todo en las partes

Karl Pribram desde Dennis Gabor

Experimento de Lashley: ablación parcial del cerebro

Campos Morfogenéticos

Información Activa por Resonancia Mórfica

Rupert Sheldrake

El Científico y el Televisor

Estructuras Disipativas

Termodinámica: caos y orden

Ilya Prigogine

Ejemplo del cazo de agua

Estructuras Fractales

Matemática Iterativa del Caos y el Orden

Benoît Mandelbrot

Atractores Extraños

Curva de Peano

Teoría del Caos

Dependencia de las Condiciones Iniciales

Edward Lorentz

James Gleick

Efecto Mariposa

Conjuntos Borrosos

Lógica Difusa

Lógica No Aristotélica

B. Kosko

Lofti Zadeh

“A” es, a la vez, “No A”

Teoría de las Catástrofes

Discontinuidad

Catexia

René Thom

 

Coevolución

Evolución Cooperativa (no darwiniana)

Erich Jantsch

Microcosmos se refleja en Macrocosmos

Autopoiesis

Autorreferencia

Humberto Maturana, Francisco Varela

Sistemas Vivos como Cerrados al entorno

Semántica General No aristotélica

“Time Binding”, “El Mapa no es el Territorio”

Alfred Korzybski

Órdenes de Abstracción

Percepción No es Experimentación

La Realidad No es la Verdad

Jiddhu Krishnamurti

Conocimiento como Obstáculo

 

               A continuación describimos brevemente cuatro de ellas que nos parecen más adecuadas para nuestra propuesta: la sincronicidad (Peat, 1988; Jung, 1990), los órdenes implicados (Bohm, 1987), la hipótesis del cerebro holográfico (Pribram, 1971) y la de la formación causativa (Sheldrake, 1989).

 

                              1.1.- Sincronicidad, una Alternativa a las Hipótesis de Causalidad.

 

               La causalidad preside una gran parte de la investigación científica contemporánea y tiene elegantes imágenes: las de las bolas de billar, la de una locomotora arrastrando vagones etc. Sin embargo, puede que sea sólo una forma de “ver” el mundo, una “representación social compartida”, un “paradigma” más. Como afirma Peat:

 

               "La cadena de la causalidad lineal es una mezcla de costumbres, creencias y sentido común. Pero este último se basa en una serie de suposiciones, como son:

               - Que dos sucesos están separados sin ambigüedad el uno del otro y tienen su propia existencia independiente como, por ejemplo, dos cuerpos con límites bien definidos.

               - Que algún contacto, fuerza o influencia fluye de un cuerpo o suceso hacia el otro.

               - Que existe un flujo claro de tiempo ocurriendo la causa en el pasado y el efecto en el presente." (Peat, 1987, 52-53).

 

               Pero nuestra mente no parece funcionar de acuerdo a estos supuestos. Para complementar la causalidad, Peat propone el concepto de sincronicidad, el cual ya fue desarrollado por K. Jung (1950) y el premio Nobel de física (1945) W. Pauli. Una definición de ésta sería: “las coincidencias significativas … cuanto más se multiplican y cuanto mayor y más precisa es la correspondencia ... ya no pueden considerarse pura casualidad, sino que, por falta de una explicación causal, deben considerarse combinaciones significativas»." (Peat 1987, 34-35).

Jung y Pauli no presentan la sincronicidad y la causalidad como dos conceptos irreconciliables sino como "… percepciones dobles de una misma realidad fundamental" (Peat, 1987, 70). Esto nos trae a colación un concepto parecido del físico David Bohm: el del orden implicado.

 

                              1.2.- Órdenes Implícitos y Explícitos: Variables Ocultas.

 

               David Bohm (1988), antiguo colaborador de Einstein en Princeton, planteó los conceptos de "Orden Implicado y Orden Explicado" para intentar abrir una vía en el callejón sin salida de la indeterminación espacio-temporal de la Mecánica Cuántica: la dificultad para predecir la ubicación, en espacio y tiempo, de cualquier partícula atómica. En primer lugar, Bohm propone la teoría de las "Variables Ocultas No Locales". En síntesis, plantea la existencia de variables "ocultas", no sólo en el sentido de las "variables intervinientes o moduladoras" de la estadística, sino como aquellas pertenecientes a otro ámbito, nivel u orden que no operan de modo causal ni temporal ni localmente (geográficamente). En segundo lugar, estos órdenes estarían plegados unos dentro de otros y existiría una íntima relación entre ellos. Las variables de un orden más plegado respecto a otro representan una relación de tipo "no causal ni local". Y estos órdenes no son abstracciones sino realidades "físicas" en el más amplio sentido del término (Bohm, 1980, 104).

 

               Hay un ejemplo de David Bohm (en Briggs & Peat, 1985, 132) que ilustra la existencia de órdenes de realidad implícitos que suponen, por conexión no causal, la existencia de variables ocultas no locales sincrónicas. Es el ejemplo de dos cámaras de televisión en ángulo recto filmando a un pez en el agua. Las dos imágenes, en sendas televisiones, suponen dos perspectivas del pez, el cual, percibiéndolas, no entiende que es él mismo, y el mismo fenómeno, en dos perspectivas diferentes bidimensionales. En esta misma caricatura, si ante las dos imágenes del televisor se situara un científico que desconociera la tecnología de la Televisión, encontraría, a lo sumo, una fuerte correlación estadística entre el comportamiento de ambas variables (dos imágenes en movimiento) pero carecería del cuerpo teórico necesario para entender la realidad del fenómeno. Su teoría podría, perfectamente, describir y predecir la relación entre los dos "peces- partículas", pero esta teoría se basaría en una ilusión (Briggs & Peat, 1985, 133).

 

Pongamos ahora un ejemplo epistemológico e interdisciplinar que ilustre tanto la sincronicidad como los órdenes implícitos de Bohm: el paradigma conductista de Psicología y el paradigma neoclásico de la Economía (Grandío, 1996, 33). Como sabemos, el conductismo rechazaba que todo cuanto aconteciera "dentro" de nuestro cerebro fuera objeto de la investigación científica: lo único científico en Psicología era la conducta, el comportamiento constituido por los Estímulos y las Respuestas del organismo:

 

Estímulo -> Organismo (Caja Negra) -> Respuesta (Conducta, Comportamiento)

 

               Ahora bien, recordemos que la Economía clásica, mediante un modelo casi "clónico" de la física newtoniana, también "modeliza" la empresa como una "caja negra" auspiciada por la clásica "mano invisible" de Adam Smith (Teoría de la Firma), cuyo objeto científico se reduce al análisis de los inputs (estímulos en Psicología) y los outputs (respuestas en Psicología):

 

Inputs (Factores Producción) -> Empresa (Caja Negra) -> Output (Productos)

 

Como puede apreciarse, aún aceptando la acusada independencia epistemológica de ambas disciplinas (Psicología y Economía), parece haber un “patrón común”, una “sincronicidad” o un “orden implícito” subyacente a ambas. El trabajo que aquí presentamos se basa en este supuesto y sugiere que:

 

a.- Cabe inferir un orden implícito común, tras todas las disciplinas científicas que “determina” sus paradigmas vigentes.

b.- Cabe suponer que este orden podría estar representado por una “jerarquía de necesidades humanas”, las cuales tendrían su propia “racionalidad”. Los paradigmas de las diferentes disciplinas que correspondan a la misma necesidad podríamos definirlos como “necesariamente equivalentes”.


Más Órdenes Implícitos: tecnología y religión.

 

               El protagonista del próximo apartado sobre la visión holográfica del cerebro, Karl Pribram, fue colaborador de B. F. Skinner, considerado el fundador de la corriente conductista en Psicología. Su libro junto a Galanter y Miller "Planes y Estructura de la Conducta"[1], fue considerado como uno de los trabajos seminales que auspició la denominada "Revolución Cognitiva" (Miller, Galanter, & Pribram, 1960). Ante la crisis inminente del conductismo, la obra citada anunciaba que, gracias al nuevo paradigma del procesamiento de la información, importado de la cibernética y los ordenadores, ya podía hablarse de "cognición" sin ser objeto de “burlas científicas". Tal fue el comienzo del neoconductismo o cognitivismo actual, paradigma vigente aún en el mundo académico. No deja de ser irónico que fueran los ordenadores y el software los que permitieran llevar a cabo el "recambio epistemológico”. Y bien, nuevamente, son también los ordenadores los que han favorecido la emergencia del respaldo formal (matemático) de buena parte de las teorías de la complejidad. Destaquemos en este sentido el descubrimiento de que la pura iteración mecánica, y dotada de una simplicidad absoluta, pueda dar lugar a dinámicas caóticas y complejas gracias a la capacidad de cálculo de los ordenadores.

 

Por la naturaleza de este trabajo, juzgo esencial destacar esta intensa y permanente dependencia de los paradigmas científicos de la tecnología disponible. Tal dependencia, sin embargo, no suele ser explícitamente reconocida. En su lugar, suele suponerse que la ciencia va avanzando de acuerdo a un patrón acumulativo e independiente de su entorno, “ladrillo sobre ladrillo”, y que, aún aceptando ciertos períodos puntuales de ciencia “revolucionaria” (Khun, 1960), la tecnología juega un papel auxiliar o logístico. Así, los mercados financieros y las bolsas dieron pie a la Economía neoclásica, las máquinas de las industrias manufactureras al taylorismo y el ordenador al Cognitivismo y las Teorías del Caos, Fractales etcétera. Pero probablemente sea la irrupción de Internet (más parecido a una red neuronal que el determinismo del ordenador aislado), la que marque la influencia para los futuros paradigmas. La tecnología, pues, puede ser considerada una especie de orden implícito en la evolución de la ciencia.

 

Y ¿No podríamos decir lo mismo de las creencias religiosas? Ya hace un siglo que Max Weber (1905) destacara la íntima relación existente entre el protestantismo, la economía capitalista y la burocracia. Este análisis fue ampliado más tarde por McClelland (1961) al subrayar la íntima relación entre la motivación de logro y el espíritu del capitalismo. Se ha intentado llegar más lejos afirmando que la Economía, como disciplina, no es sino la modelización matemática de la motivación de logro (Grandío, 1996). Disciplinas aplicadas como la Organización de Empresas, Management y la Dirección de Recursos Humanos son ejemplos conspicuos de estas afirmaciones.

 

1.3.- El Modelo Holográfico.

 

               Un problema central en neurofisiología es hallar en qué lugar se encuentra almacenada la información en el cerebro. Experimentos con animales demostraban que ablaciones de porcentajes elevados del cerebro, de unas partes u otras, no eliminaban significativamente el aprendizaje previo (Lashley, 1929). Ello parecía sugerir que la información no está almacenada localmente, sino inexplicablemente repartida en la totalidad del cerebro. Karl Pribram “... expuso una teoría polifacética que podría dar cuenta de la realidad sensorial como «un caso especial» construido por las matemáticas del cerebro, pero sacado de un dominio situado más allá del tiempo y del espacio y donde sólo existen frecuencias. La teoría podría dar cuenta de todos los fenómenos que parecen contravenir toda la «ley» científica existente al demostrar que tales restricciones son producto de nuestros constructos perceptuales ... Pribram ... ha reunido durante una década pruebas de que la «estructura profunda» del cerebro es esencialmente holográfica, de modo análogo al proceso fotográfico sin lente por el que Dennis Gabor recibió el premio Nobel" (Wilber, Bohm y otros 1986, 16-17).

 

               El holograma es una proyección tridimensional producida por un haz de luz, normalmente un rayo láser, al interferir sobre una "fotografía" hecha previamente con este tipo de rayo sin lente. La observación directa del "negativo" impresionado no revela imagen alguna, sino que necesitamos obtener la imagen añadiendo el rayo láser citado. Pero, y esto es lo importante, si rompiéramos este negativo en numerosos trozos, cada uno de ellos contendría siempre, aunque con creciente pérdida de detalles, la totalidad de la imagen inicial, no una parte de ella,

 

               "Holograma" viene del griego "holos": global, todo y de "gram": mensaje. Así, para Pribram, el cerebro es un Holograma que interpreta un universo holográfico. Nuestra visión estereoscópica (con lentes) no nos deja percibir la realidad holográfica. En momentos tales como la experiencia cumbre de Maslow[2], la experiencia estética o mística (ligados estrechamente al fenómeno de la sincronicidad de Jung, Pauli y Peat) sí que existiría esta percepción, para la cual "los fenómenos físicos no son más que subproductos de una matriz simultánea en todas partes. Los cerebros individuales no son más que trocitos de un holograma mayor. En ciertas circunstancias tienen acceso a toda la información existente en el sistema cibernético total ... En contra de lo que todo el mundo sabe que es así, quizá no sea el cerebro el que produce la conciencia, sino más bien la conciencia la que crea la apariencia del cerebro, la materia, el espacio, el tiempo y todo lo que nos gusta interpretar como universo físico" (Wilber, Bohm y otros 1986, 16-17).

 

               En este modelo, más que al procesamiento de información, asistimos a un proceso de sintonía (Grandío, 1996) o resonancia. El cerebro tiene la capacidad de sintonizar con todo el exterior, aunque su modo “habitual” de funcionamiento no sea ése. Cuando está “desintonizado”, funciona en el modo del que la ciencia ya conoce algo (procesando información). Sin embargo, hay otros estados “resonantes” distintos que abordaremos al final de este artículo. La pregunta pertinente ahora es ¿qué “sintoniza” o respecto a qué “resuena”? Aquí entran los campos morfogenéticos.

 

                              1.4.- Campos Morfogenéticos y Resonancia.

 

               El biólogo Rupert Sheldrake se preguntaba cómo “sabe o distingue” el ADN que debe, según donde esté, duplicarse como piel, uña o cartílago etc. Para explicarlo propuso la existencia de "campos morfogenéticos". Estos se asemejarían a campos magnéticos, dotados de información, que dirigen la duplicación del código genético biológico, siendo los responsables de la especialización del ADN en órganos diferentes. El mecanismo para llevarlo a cabo sería la "resonancia mórfica" de forma que el ADN respondería de forma diferencial al duplicarse de acuerdo a las directrices del Campo Morfogenético, "resonando" con respecto a éste, y dando lugar a la teoría que el bautizó como la "Formación Causativa" (Sheldrake, 1989, 90 y 127).

 

               Además, estos campos suponen la existencia de una "memoria colectiva" donde quedarían permanentemente almacenadas las experiencias de todas las especies vivientes, influyendo sobre las conductas y desarrollos de la evolución de aquellas y, a su vez, siendo influidas por estos. Además, esta memoria colectiva estaría ligada a la conciencia de todo lo existente, incluido el hombre y su sociedad. Esta memoria recuerda mucho a los órdenes plegados o implícitos de Bohm (Bohm, 1989, 240, incluye a la conciencia humana como parte del orden implícito). Existen ya varios experimentos que parecen respaldar esta teoría (Sheldrake, 1989, 291-303), aunque ya puede suponerse la polémica que está suscitando. Sugeriría una visita a su página web www.sheldrake.org donde muestra sus últimas aportaciones a los campos de la telepatía y percepción extrasensorial (EPS) publicadas en la British Journal of Psychology (mayo de 2004).

 

2.- Jerarquía de Necesidades, de Racionalidad y de Paradigmas.

 

               Lo que vamos a proponer es un modelo que pondría al paradigma de la complejidad como el final inevitable de una ordenada sucesión de los principales paradigmas contemporáneos en Ciencias Sociales, al mismo tiempo que pudiera “explicarlos” como un caso particular suyo. El modelo es aún una propuesta inacabada y abierta al diálogo, y pretende más evocar preguntas que respuestas. Ello explica que, en la tabla 2, haya casillas incompletas. También quisiera reconocer los límites de mi conocimiento y aceptar, a priori, que los contenidos de la tabla sean inexactos y, sin ninguna duda, mejorables. En todo caso, es la idea general la que considero importante, no la exactitud de la correspondencia en cada nivel.

 

Como hemos sugerido, la idea esencial es que todo paradigma (Kuhn, 1960) responde a unas determinadas necesidades humanas (entendidas éstas de un modo jerárquico al estilo de cómo fueron concebidas por Maslow). En términos de las disciplinas del Caos y de la Complejidad, estas necesidades podrían concebirse como atractores, alrededor de los cuales se configurarían los paradigmas históricos y contemporáneos en Ciencias Sociales.

 

               La necesidad individual se despliega como un esquema mental (un tipo de racionalidad) cuyos contenidos sociales compartidos (representaciones sociales) son los paradigmas. Y estos paradigmas generan un tipo de aprendizaje concreto. Esto se muestra en la siguiente figura.

 

Fig. 1.- Dimensiones Básicas del Continuo de Complejidad. Elaboración Propia.

 

 

Un precedente histórico del marco general filosófico que orienta este modelo podría encontrarse en Schopenhauer (1819) y su obra “El mundo como Voluntad y Representación”. Su idea básica podría concretarse en que es la “voluntad de la vida” absolutamente irracional e incognoscible, la que genera nuestras representaciones del mundo, y no al revés como sugieren las orientaciones racionalistas mayoritarias. Nótese que el concepto alemán de voluntad “will” es próximo al del inglés y que, además de voluntad, puede asimismo connotar la idea de “deseo”. Para nuestros propósitos, tal voluntad o deseo la asimilamos al término de necesidad de Maslow (1973; 1990; 1991).

 

 Los atractores siguen una jerarquía que va desde las necesidades primarias (fisiológicas y de seguridad), hasta llegar a las trascendentes como la libertad, la belleza o el “amor B” de la experiencia cumbre (Maslow, 1990). En un sentido social, además, el atractor, junto a sus representaciones, cumple dos características adicionales de carácter relacional: en primer lugar la de convergencia semántica de las representaciones (toda necesidad activa organiza –construye socialmente- las representaciones de modo que se orienten siempre a la satisfacción de esta necesidad). En segundo lugar, la de identidad contingente (la identidad individual, social o laboral –i.e. la profesión de científico- es dependiente de la necesidad activa en un momento dado).

 

¿Qué tipo de atractor es la necesidad? Parece evidente que tanto los procesos próximos al determinismo como al caos son patológicos, estando la “normalidad” más bien en un punto intermedio. Ya sabemos que hay evidencias empíricas en los campos de la salud que sugieren que problemas cardíacos (ritmo cardíaco) y de epilepsia (EEG) se asocian a patrones más periódicos y deterministas. Es fácil extrapolar estas evidencias al campo psicológico, social y organizacional. Por ejemplo la analogía entre el trastorno obsesivo compulsivo y los atractores de “punto fijo”. También podríamos aceptar que los trastornos bipolares nos recuerden a los atractores de ciclo límite. Incluso podríamos asociar ciertos tipos de esquizofrenia con el caos casi puro. Así, sería sensato pensar que la necesidad opera “normalmente” como un atractor extraño, presentando patrones de estabilidad e inestabilidad, de orden y no orden simultáneos.

 

               En cuando al paradigma, podría concebirse como un “círculo no se pasa” estacional, una configuración dinámica que cobra cierta estabilidad temporal y cuyas cualidades vienen determinadas por la necesidad atractora. La estabilidad de un paradigma viene determinada por su permanencia como “motivación”, es decir, por el grado en que una necesidad no es “desvelada” y convertida en conciencia por medio de un mecanismo de “insight” (aprendizaje) al estilo del “ajá” gestáltico. En otros lugares (Grandío, 2003) ha sido presentada la conciencia (“con-scire/scientia”) como el opuesto a la necesidad (“ne-scire/scientia”), de modo que la toma de conciencia progresiva de una necesidad la haría desaparecer en su aspecto motivador y haría emerger la necesidad siguiente en la jerarquía. Las necesidades contempladas son las clásicas de Maslow con ciertas modificaciones. Por ejemplo, las necesidades de ego son divididas en las de logro y las de status, siguiendo la dicotomía ya hecha por el propio autor (Maslow, 1991, 30). Maslow distinguió asimismo entre el autorrealizado “meramente sano”, que asimiló a la Teoría Y de McGregor (1960) y el “trascendente” al que denominó “Z”. La diferencia fundamental entre ambos es que éste último consideraba de primera importancia lo que él bautizó como “experiencia cumbre” (peak experience), un tipo de experiencia “paradójica” que abordaremos al final. Las necesidades consideradas así son siete: fisiológicas, seguridad, sociales, de logro, de status, autorrealización y trascendencia.

 

Asimismo, la necesidad crea su correspondiente “racionalidad limitada (bounded rationality)” en el mismo sentido que H. Simon (1979) le dio. Ya sabemos que este autor se refería a la racionalidad desde un enfoque más estrecho: la racionalidad económica. En este continuo, sin embargo, la racionalidad económica sólo sería una clase de entre siete tipos posibles, los cuales vienen determinados por las necesidades citadas. Estos siete niveles, amplían las propuestas en un trabajo previo (Grandío, 1996), y son descritos como las 7 H's: hipnótica, hipócrita, homogénea, hegemónica, hermenéutica, heurística y hermética.

 

Finalmente, los siete niveles de aprendizaje son fruto de investigaciones anteriores (Grandío, Chiva y Montesinos, 1998) donde se intentaban desarrollar los conceptos de aprendizaje de bucle simple y doble (one, double loop learning) de Argyris (1982) y Argyris y Schön (1978; 1996) de Psicología de las Organizaciones, los cuales ya fueron tomados de Bateson (1972) (primer y segundo orden) y rebautizados por Senge (1990) como aprendizaje adaptativo y generativo. Los tres primeros más simples (de bucle simple) son prácticamente los postulados por la literatura clásica de Psicología (condicionamiento clásico, operante y aprendizaje vicario). Los siete niveles son: condicionado, operacional, imitativo, estratégico, representacional, consciente (“aware”) y revelador (“realizing”).

 

Tabla 2.- Complejidad: un Continuo Evolutivo basado en Necesidades (adaptado y ampliado desde Grandío, Chiva y Montesinos, 1998).

Necesidad

Racionalidad

Paradigma en Management

Paradigma en Psicología

Paradigma/

Dialéctica

Tipo de

Aprendizaje

Transcendental

Hermética

Organización Transformacional (Banner & Gagnè, 1995)

Compleja

(Stacey, 1995)

Transpersonal: Jung, 1960 Maslow, 1970, Psicosíntesis: Assaglioli (1974) Conciencia: Wilber, 1970)
Holográfico: Pribram, 1969

Complejo/

Atractor/

Estructura disipativa?

Revelador Realizing (Insight):

Autorreali-zación

Heurística (“yo busco”)

Learning Company (Senge, 1990)

Humanismo (Mc. Gregor, 1960; Maslow 1967, 1969, Rogers, 1960, Argyris, 1990/7)

Sistémico/

Aprendizaje/De

Consciente

(Aware)

Status

Hermenéutica (modelo)

Representaciones (Morgan, 1986)

Gestión del Conocimiento (Nonaka, 1992)

Recursos y Capacidades (Grant, Peteraff, 1993)

Constructivismo: Piaget, 1963, Vygotsky, 1962
Cognitivismo (Miller, Galanter & Pribram, 1960).

Informativo/

Semántica/

Sinsentido

Representacional

Logro

Hegemónica (lograr, conseguir, “ser más”)

Dirección Estratégica (Porter, 1982, Ansoff. 1991)

Solución de Problemas (Simon, 1947, Zurilla & Goldfried, 1971)

Económico/

Éxito/

Fracaso

Estratégico

Sociales

Homogénea (asimilarse, “ser uno más”)

Relaciones Humanas (Elton Mayo, 1927)

Aprendizaje Vicario/Observacional (Bandura, 1963)

Social/

Identificación/

Desarraigo

Imitativo

Seguridad

Hipócrita

Planificación Estratégica

Condicionamiento

Operante (Skinner, 1938)

Normativo/

Regulación

Operacional

Fisiológicas

Hipnótica

Dirección Científica (Taylor)

Condicionamiento Clásico (Pavlov, 1904, 1926)

Familiar

Condicionado

 

               La racionalidad Hipnótica, propia de las necesidades fisiológicas, carece tanto de identidad como de independencia propia, de modo que cabe inferir que interpreta mecánicamente los dictados del sistema biológico. Hipnótico viene del griego "hypnõtikós", soñoliento, derivado de "hýpnos", sueño (Corominas, 1983, 321). Cabe suponer que existe aquí un nivel de aprendizaje automático (condicionado) del cual no somos conscientes. Nos embebemos en las rutinas diarias de escribir en el ordenador, de conducir etcétera y aprendemos continuamente de esta práctica, pero la mayoría de veces nuestra conciencia es ajena al proceso. Las frases de “la experiencia hace maestros”, “la práctica lo es todo” nos sugiere este estadio. La rutina es clave, al igual que la satisfacción de las necesidades fisiológicas que sigue un patrón cíclico más o menos constante. La concepción que Taylor y su Dirección Científica tenían del ser humano (sobre todo del trabajador), como un ser humano perezoso guiado por sus necesidades más primarias (comer, dormir etcétera) e incapaz de pensar puede cuadrar aquí perfectamente. Igualmente, el condicionamiento clásico tenía una visión del ser humano bastante limitada. De hecho, la mayoría de su experimentación se hacía con animales, con los cuales compartimos únicamente las necesidades primarias.

 

               Si preguntamos al público qué entiende por seguridad, probablemente nos encontraremos con la palabra “orden” en muchas respuestas. Este orden puede ser individual, familiar, social, laboral (horarios, hábitos etcétera) y se le relacionaría con la ausencia de temor y ansiedad propios de la incertidumbre. Morgan (1990) cita cómo las organizaciones modernas de tipo burocrático podrían explicarse mediante algunos Mecanismos de Defensa que Freud postuló en su teoría psicoanalítica. Concretamente el trastorno obsesivo compulsivo propio de la Etapa Anal, donde el niño es instado al control de los esfínteres haciéndolo contingente al amor parental. El trastorno compulsivo es bien conocido por tres características fundamentales (llamadas la Tríada Anal): obsesión por el orden y la limpieza, terquedad y tacañería. Estos factores parecen correlacionar bastante bien con las burocracias maquinales y con la Planificación Estratégica donde todo está prefijado y normalizado.

 

Etimológicamente, hipocresía viene de "hypokrisía", propiamente "acción de desempeñar un papel teatral" (Corominas, 1983, 322). La racionalidad Hipócrita, propia de las necesidades de seguridad, tiene su correlato organizacional en el “papel” en el “rol”. Es en las burocracias donde este rol (y la conducta asociada: el “role playing”) está elaborado más detalladamente, puesto que es consecuencia de la detallada descripción del puesto de trabajo.

 

Otra forma de abordar la etimología de esta racionalidad, es interpretarla como “hipo” (bajo)-crítico: baja crítica. En otras palabras, significaría “siga las instrucciones y no las cuestione”. Sería la racionalidad del “Hombre Organización” de White (1961), del “burócrata” de Merton (1940) y, hablando más coloquialmente, la del “funcionario”. El condicionamiento operante es aquí el tipo de aprendizaje que más se adapta a esta en la medida en que sólo se cuestiona cómo “modelar” el comportamiento deseado por medio de refuerzos.

 

               La racionalidad Homogénea hace relación a las necesidades sociales. “Homós” viene del griego “igual” y “génos” es “linaje”, “género” (Corominas, 1983, 323). Por tanto su significado sería “el mismo linaje o género”. La imitación, el aprendizaje social (Bandura,  1963), la Escuela de Relaciones Humanas tienen su lugar aquí con el descubrimiento de los “estándares de ejecución” grupal de Elton Mayo (1927). Esta mentalidad nos llevaría a  interpretar las organizaciones como culturas, como “significados compartidos” (Morgan, 1986). Es pues, una razón cultural, que apela al grupo y el asemejarse a él como tópico central (necesidades de pertenencia).

 

               La racionalidad Hegemónica, propia de las necesidades de logro, viene del griego "hêgemón-ónos": "el que marcha a la cabeza" y el término de "hêgéomai": "yo guío, voy al frente". La necesidad de lograr, de destacar, de dirigir y estar al frente de las situaciones, tiene como método natural la estrategia (forma de conseguir unos objetivos). Su etimología nos es muy conocida en la actualidad y constituye, a mi juicio, el paradigma mayoritario en casi todas las ciencias sociales aplicadas. Ya hemos citado también a McClelland (1961) cuando subraya la íntima relación existente entre la motivación de logro y el espíritu del capitalismo.

 

La racionalidad hegemónica interpreta la vida como un continuo proceso de “retos”, de solución de problemas y de elección de alternativas mediante un "análisis de medios y fines" (análisis teleológico). Así, la diferenciación en entre fines, objetivos y metas (los “logros” motivacionales), por un lado, y de instrumentos y recursos por otro es crucial. El paradigma de la Dirección Estratégica (asignatura central de los estudios de administración y dirección de empresas) sería un ejemplo claro de esta racionalidad ligada a un paradigma económico. De hecho, podría llamársele perfectamente racionalidad emprendedora o empresarial, siendo el empresario el exponente más puro de ella. En cuanto al aprendizaje, nótese que, por primera vez aparece el germen de una “volición creativa” (la estrategia supone una relativización la realidad: “todo depende” de la situación) que sugiere cierta autonomía. A diferencia de la razón anterior, no existe un único camino para conseguir algo, ni siquiera puede aceptarse que lo que sirviera ayer vaya a servir hoy. Así (en un mundo cambiante y reemplazando a las normas), aparecen explícitamente los objetivos personales, grupales u organizativos en ella, así como la capacidad de elegir.

 

               La racionalidad Hermenéutica, propia de las necesidades de status busca una interpretación, modelización y formalización de la realidad. Hermenéutico viene del griego "hermêneuticos": "relativo a la interpretación" derivado de "hêrmenéus": "intérprete, explicador, traductor" (Corominas, 1988, 318). Más que una racionalidad “logradora”, esta es “interpretadora”, por medio de un aprendizaje “representacional” que crea “modelos explicativos”. Utilizando terminología más actual, la hermenéutica sería la “gestión del conocimiento” (Nonaka, 1994), y pronto se nos hace patente su estrecha relación con el mundo académico y universitario.

 

Nótese que la necesidad activa aquí es la de status y que éste suele definirse desde el pasado por parte de toda comunidad. Como se afirma en otro lado, “la aceptación que se obtiene por los logros es relativamente efímera si no se estandariza como una habilidad con etiqueta ... esta etiqueta es la profesión [o el título universitario], concepto más perenne que los logros” (Grandío, 1996). La estabilidad y permanencia (necesarios) del status pues, dependen íntimamente de la de los paradigmas sostenidos y desarrollados por los representantes más elevados de aquél (por ejemplo, los doctores y catedráticos).

 

               La racionalidad Heurística intenta comprender e investigar más que modelizar. Etimológicamente "relativo a la invención" y viene del griego "heurískõ": "yo hallo, descubro" (Corominas, 1988, 318). Evidentemente, ello implica la subordinación de la normatividad paradigmática, propia del nivel hermenéutico, a una continua apertura y observación sistémica. Así, los científicos usuales fluctuarían dentro de la banda de lo hermenéutico (con las limitaciones de lo académico y lo profesional) y lo heurístico.

 

Motivacionalmente, hay una dimensión netamente vocacional (de autorrealización). Por primera vez en la escala, en esta racionalidad no hay divorcio relevante entre el mundo laboral y el personal, entre fines y medios o entre ocio y ocupación. Por estas características y por las propias del aprendizaje sistémico (la teoría de sistemas, como la complejidad, es un enfoque unificador y sintético), en algún momento pensé en llamar holista a esta racionalidad. De hecho suele empujar hacia las búsquedas de “campos unificados”, desde la interdisciplinariedad hasta la transdisciplinariedad científica.

 

               Finalmente, la racionalidad Hermética tendría su analogía en el nivel Z de Maslow (1990; 1991). Aunque Hermes es el nombre griego del dios romano Mercurio, su origen lo encontramos en las doctrinas de Hermes Trismegisto, las cuales se consideraban “impenetrables” para la humanidad común. Esta característica es significativa porque el problema que afronta la racionalidad "hermética" es traducir a la lógica deductiva, propia del pensamiento, aquello que le trasciende. Como afirma Wilber, "... según ... Habermas ... cuando la mente se limita al conocimiento sensorial el modo se denomina empírico-analítico, y su interés es técnico. Cuando la mente trabaja con otras mentes, el  método es hermenéutico, fenomenológico, racional o histórico y su interés es práctico o moral. Añadámosle ahora la visión mística, que Habermas no cubre directamente, y digamos que cuando la mente intenta conocer el dominio espiritual, su modo es paradójico o radicalmente dialéctico, y su interés es soteriológico. Aquí lo pondré en este diagrama:

                              |- Espíritu - paradójico-mandálico/soteriológico.

                  Mente|- Mente - hermenéutico-fenomenológico/moral.

                             |- Materia - empírico - analítico/técnico" (Wilber en Wilber y otros 1986, 313).

 

               Lo que Wilber llama paradójico, nosotros lo llamamos hermético. La complejidad está llena de paradojas y, a mi juicio, es lo que la define mejor en su esencia. Parece ser que, este tipo de fenómeno, es característico en los hombres Z que Maslow[3] (1990) estudió, y que manifiesta una meta-realidad (un orden implícito) cuya expresión, como su nombre indica, es contradictoria en términos lógicos. El “lenguaje b”, "del ser" (Maslow, 1990), el poético y el místico entrarían dentro de esta categoría. Pero, en un sentido más amplio, también lo hacen el lenguaje creativo y el innovador. Es Maslow mismo quien propone sacar este fenómeno del confinamiento conceptual donde ha sido relegado (cuasi-místico e "inútil" o, cuanto menos, ajeno al campo científico) para reivindicarla como una variable esencial en muchos procesos científicos, sociales y organizativos[4]. Y esto es así porque la racionalidad hermética, aunque paradójica, parece suponer una “percepción directa” de la realidad, más allá de la representación cognitiva. Como señala Krishnamurti, la representación (imagen) impide la percepción, sin embargo "mi mente … teme desprenderse de la imagen, porque en el momento que la soltara podría perder una posición ventajosa en la sociedad, podría perder status, podría perder cierta relación; así que mi mente está atemorizada y se aferra a esa imagen." (Krishnamurti, 1981, 134).

               Trascendiendo las representaciones, la percepción de una realidad compleja e impredecible, solo sería posible con este tipo de racionalidad, y su instrumento sería la atención. La atención, probablemente, requiera de investigaciones desde ópticas epistemológicas distintas, ya que suele ser interpretada como un aspecto relacionado con la concentración cognitiva. Sin embargo, el planteamiento aquí es distinto: probablemente la atención no pertenezca al orden cognitivo, sino a un eventual orden superior. La concentración requiere esfuerzo, tanto de conseguir como de mantener, mientras que la atención nunca puede ser forzada. De este modo, podríamos establecer un continuo polar entre la intención y la atención (Grandío, Chiva y Montesinos, 1998). La intención podría ser vista como la voluntad de Schopenhauer, o la necesidad de Maslow, subordinando la razón humana en cualquiera de los seis niveles anteriores y creando una escalera de estados de conciencia. La atención, sin embargo, podría contemplarse como la inversión final del proceso en una síntesis paradójica que constituye la “conciencia sin estado”.

               Es Krishnamurti (íntimo amigo de Bohm y Peat) quien ha desarrollado más ampliamente los aspectos de la atención, aunque cabe encontrar grandes similitudes en la filosofía fenomenológica de Husserl (1931) y su concepto de “epoché” (“suspensión del juicio”). Como implicaciones metodológicas, la atención practicada grupalmente bien podría ser la metodología idónea para los fenómenos complejos. A esta atención grupal la hemos denominado “diálogo” (Bohm, 1990; Grandío, Chiva y Montesinos, 1998). Ya existe una emergente línea en este sentido iniciada, poco antes de su muerte, por Bohm (1990)[5] en Internet, De Mare, (1991) e Isaac, Senge, et al (1995) en el MIT. También en España podemos encontrar cierto eco al respecto desde la sociología crítica (Ibáñez, 1979). Así, podríamos distinguir tres grandes grupos de metodología en función del grado de complejidad: la estadística, la investigación cualitativa y el diálogo (Grandío, Chiva y Montesinos, 1998).

 

               Este diálogo, evidentemente, no debería concebirse únicamente a nivel presencial. Al principio hemos sugerido un fuerte paralelismo entre las tecnologías y los paradigmas. Y también que, a mi juicio, debería existir un estrecho isomorfismo entre Internet y el paradigma complejo. Más allá de la emergencia de patrones complejos desde la iteración mecánica de los ordenadores, el orden implícito de Internet es el diálogo. Que esto se muestre así o no, queda aún oculto en el orden “plegado” del tiempo, pero lo que sí parece evidente, tras profundizar y reflexionar sobre estas nuevas realidades, es que el misterio ha vuelto a instalarse en el corazón de la Ciencia.

 

 

Biliografía

 

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[1]El original: "Plans and the Structure of Behavior".

[2]En Grandío, A. 1996 (caps 5 y 6), se hace una extensa exposición de este fenómeno.

[3] Puede ser significativo el hecho de gran parte de estas teorías fueron desarrolladas y aplicadas por Maslow en una empresa denominada “Non-Linear Systems”, en California.

[4] Un amplia disquisición sobre este apartado puede verse en Grandío, 1996.

[5] Bohm Dialogue. www.muc.de/~heuvel/dialogue